Jose Glock
Desde pequeño siempre me gustó dibujar. Cuando tenía tiempo libre en el colegio, en casa o incluso en el trabajo, siempre buscaba un hueco para dar salida a la necesidad de expresar emociones para las que no bastaban las palabras.
Un recuerdo muy marcado de mi adolescencia es sentarme siempre en la última fila de la clase para poder hacer bocetos de graffiti tranquilo y sin interrupciones.
No pude hacerme mi primer tatuaje hasta los 18 años.
El día de mi cita descubrí un munto en el que deseaba entrar. 4 años más tarde planté cara al miedo y al desconocimiento que me frenaban aventurándome a dar el paso de empezar a tatuar.
Continué dibujando, esta vez más en serio que nunca y, poco a poco, compaginándolo con mi trabajo y avanzando hasta poder dedicarme íntegramente a tatuar.
Siempre tendré presentes a las personas que me confiaron un trocito de su piel para cumplir mi sueño y a los que lo hacen ahora por confiar en mí para representar esos detalles y momentos que son importantes en sus vidas.
«El día de mi cita descubrí un mundo en el que deseaba entrar. 4 años más tarde planté cara al miedo y desconocimiento lanzándome a tatuar».
